domingo, junio 12, 2011

GILBERTO GARCÍA MERCADO

A propósito del Premio Nobel de Literatura
Mario Vargas Llosa
LA FIESTA DEL CHIVO
¿DESMITIFICACIÓN DE LA BESTIA DOMINICANA?

Adentrarse en esta novela es develar los mitos del gran Dictador que por más de treinta años asoló República Dominicana. Quienes no vivieron aquella época turbulenta, ya fuera porque no habían nacido o por otras circunstancias—sobre todo los apáticos por las noticias de actualidad—en esta magistral novela de Mario Vargas Llosa, recuperan esa memoria colectiva, y mediante el lenguaje del escritor peruano, se introducen en la Historia para vivir en 447 páginas, el horror, las componendas, asesinatos y la degradación de la sociedad dominicana controlada por El Benefactor.

La Fiesta del Chivo se constituye en una fuente significativa para poder comprender ese periodo en la historia de República Dominicana. A partir de la narración el lector apreciará el desalmado proceder del Generalísimo, un hombrecillo con voz aflautada pero con una mirada escrutadora que producía en sus subalternos miedos e incertidumbres. Como ocurre con los grandes dictadores, el General Rafael Trujillo Molina se aferra al poder gracias a esas obsesiones que lo hacen dormir poco, asociado a una disciplina férrea, significando esto, observación o estudio profundo de sus subalternos para saber quiénes o no respaldan su régimen. A través del hombrecito, se mueven también hombres sin escrúpulos, como Johnny Abbes García el director del SIM, que es la oficina de inteligencia del régimen. O personajes fantoches, como el Presidente Balaguer. O aquellos que como el senador Agustín Cabral, viven y actúan hasta la saciedad para agradar al Dictador. Pero, ¿qué es lo interesante de la obra que atrapa de principio a fin al lector? Sin duda, las decisiones, y la falta de escrúpulos de La Bestia. El escritor, a quien por fin se le otorgó el Nobel, consigue desnudar la personalidad de El Chivo, lo desmitifica, y es entonces cuando el lector ávido descubre las perversiones y miedos del Dictador. En una sociedad dominicana en la que Trujillo es su capitán, hay personajes que simpatizan con lo que El Jefe hace o deja de hacer y otros que aceptan o se acomodan a sus decisiones tan sólo porque no quieren perder esa comodidad que les representa ser un fantoche o un mecanismo a quien fácilmente el Director o fundador de la Patria Nueva controla. Así las cosas, hallamos a Urania Cabral, quien en plena adolescencia su padre-senador, la envía al Benefactor con la intención de que con la desfloración de la muchacha el Chivo lo restituya en la presidencia del Senado, intrigado aún el funcionario por qué el Generalísimo le ha retirado su apoyo, vinculándolo a un caso de corrupción, congelándole sus cuentas bancarias sin que se le comunique el motivo de su desgracia. La novela se desarrolla en la República Dominicana de 1961, con la partida de Urania Cabral y su regreso al país después de 35 años, y el absurdo comportamiento de la dama, quien en ese lapso no le ha escrito a su padre, ni a familiares ni amigos. Esto hace que en el lector aparezca el gusanillo de la curiosidad: ¿por qué una mujer tan bella, con un buen empleo, ejecutiva y admirada por todos, nunca se casó, pero que a pesar de ese distanciamiento se ocupaba de solventar económicamente la convalecencia del Dr. Agustín Cabral? He ahí, lo magistral del escritor que a través de Urania nos traza La Fiesta Del Chivo, revelándonos los motivos de la joven para no confiar en hombre alguno. Además de la obsesión por el poder, se descubre la sangre de quienes beben de él, es decir, la guerra contra la iglesia, la traición, los funcionarios fantoches, las niñas que desfilan ante las urgencias sexuales de El Chivo, la vigilancia, tortura y asesinatos de posibles conspiradores, la mancha por la afección en la próstata del Personaje. En fin, la obra no ofrece vacíos sino que a medida que se avanza en la lectura, se comprende su valor histórico, y se posesiona en un lugar privilegiado de la literatura Universal. Sólo así, con la magistral investigación del maestro Mario Vargas Llosa se develan situaciones y hechos para no volver a repetirlos. Sólo así, la contemporaneidad se apersona por los traumas y martirios de Urania Cabral: Aquella noche el dictador Trujillo no la desfloró porque su “aparatito” no le funcionó pero herido en su amor propio la penetró con dedos y uñas y de vaina no la mató. Hay que anotar finalmente que este capítulo es una verdadera lección para quienes los desvele la literatura erótica.


No hay comentarios: