domingo, febrero 08, 2009


Revista virtual de Literatura
Caballito de Mar
Asociación de Escritores de la Costa
Fundada en 1984
Parlamento Internacional de Escritores del Caribe
Fundado en 2003
Cuentos – Crónica – Biografías – Entrevistas – Poemas – Crónicas – Relatos

Fábula

El día que capturaron una sirena
Por Antonio Prada Fortul

(Asociación de Escritores de la Costa//Parlamento Internacional de Escritores del Caribe)

Todo el rosario de islas, islotes y pequeños atolones que circundan el caribe cartagenero forman un edénico lugar, lleno de leyendas narradas por los nativos mayores, que muchas veces rayan en la fantasía.
Muchas de esas historias se remontan a tantos años, que de tanto contarlas de generación en generación, algunas han sido cambiadas completamente.
Edemberto Barrios Medrano nació en Barú, antiguo asentamiento de caribes y cimarrones africanos, lugar que se caracteriza por su hermosura, y por la inmensa riqueza arqueológica que se encuentra casi a flor de tierra.
Edemberto a quien le llamaban el Cabo Edem, era capitán de altura y en los últimos años, capitaneó un barco costanero que navegaba entre San Blas y Cartagena. El Cabo Edem, era un hombre de mar, una persona para quién el océano no tenía secretos, había navegado por todos los mares del mundo y en esos momentos, una enfermedad que lo aquejaba, lo había apartado de su actividad que copaba toda su vida: ¡Navegar!.
Me contó hace mas de treinta y cinco años cuando estábamos sentados en la proa de un pequeño esquife navegando rumbo a las islas, que hace muchos años le contó su bisabuelo que frente a Barú, en un lugar conocido como “Playa de los muertos”, había una pequeña isla llamada “La isla del Mohán”.
Tenía una vegetación tierna y sus pobladores, vivían del contrabando, la pesca y la siembra de tubérculos y frutas, especialmente patillas y melones, en tiempos de cosecha del melón, el olor dulzón de la fruta, se regaba por todas las islas vecinas.
Cierto día los pescadores al tender el boliche para la pesca sintieron una resistencia inusual en este. Pensando ellos que habían capturado un cardúmen de júreles o róbalos, empezaron a jalar con entusiasmo.
Cuando el “copo” estaba cerca de la orilla, lo arrastraron hasta esta, y vaciaron el contenido en las blancas arenas.
Al retirar la red con las piezas capturadas, notaron que enredada en el fondo de esta, estaba una hermosa mujer de cabellos inmensamente negros, casi azules, los cuales sobrepasaban su cintura, tenía unos senos perfectos cuyos pezones de color dorado, los tenía al descubierto.
La sorpresa de todos los pescadores y curiosos de la isla, aumentó al ver que de la mujer capturada por esos hombres de mar, desde la cintura hacia abajo, tenía figura de pez, con escamas verde brillante que despedían destellos tornasolados llenos de una luminosidad casi cegadora. La mujer lloraba y se dirigía a los pescadores en una extraña lengua, los ancianos se acercaron y le recomendaron a los hombres que la soltaran, la sirena lloraba y señalaba al mar.
¡Suéltenla!…reiteraban los ancianos
¡Suelten a esa mujer o tendremos problemas muy serios!
La mujer seguía llorando y abriendo sus ojos desamparados señalaba al mar con desesperación lanzando gritos lastimeros, mostrando los senos hinchados de los cuales empezó a manar un líquido de color nacarado.
Los ancianos insistían en que la devolvieran al agua pero los pescadores aducían que era de ellos y que la iban a vender en Cartagena.
El patrón de la barcaza, insensible al clamor de los ancianos, mandó a construir un guacal para encerrar a la hermosa mujer que lanzaba angustiosos gritos mientras repetía estas palabras: “Pedí, Pedí, Pedí dicomu”.
Toda la mañana estuvo encerrada en el guacal la hermosa sirena.
Desesperada, gemía lanzando gritos lastimeros al mar que como un eco, seguían el curso de las corrientes oceánicas y de los vientos ciclónicos de esa hermosa isla del caribe.
A las once de la mañana, un fuerte remolino de gran turbulencia, se produjo frente a las playas de la isla y al amontonarse los habitantes para ver que pasaba, emergió en medio de las aguas, la figura erguida sobre las olas de un hombre con cola de pez.
Haciendo señas a los habitantes gritaba en un español perfecto: ¡Suéltenla que es mi esposa!...Levantando simultáneamente a una criatura con la misma apariencia de ellos gritaba y desesperado a los pescadores: !Suéltenla que se muere, necesita estar en el mar¡ . . . ¡Por favor! Gemía mientras unas lágrimas verdosas del color del mar, resbalaban por las mejillas doradas por los soles de los océanos de los tiempos: ¡Suéltenla¡ seguía gritando desesperadamente.
El niño a su vez en el regazo de su padre, haciendo uso de ese don premonitorio que tienen los recien nacidos, lloraba incesantemente a su madre que agonizaba deshidratándose en el guacal colocado cerca de la orilla.
Mientras tanto el sol y las corrientes salinas de las brisas secas de la isla, la salitrosa humedad de ese extraño entorno, causaban estragos en la sirena que se estaba consumiendo a pasos agigantados.
Los ancianos le suplicaban al patrón de la lancha que soltara a la sirena y este riéndose dijo: No señor... Voy a capturar a los otros para completar la familia.

En esos momentos fallecía la sirena enjaulada y simultáneamente su pareja que estaba en el agua, lanzó un potente grito de dolor, ira e impotencia que se escuchó en todo ese archipiélago. El mar se encrespó violentamente y un fuerte aguacero se desgajó sobre la isla a pesar que en esa fecha nunca llovía.
Los ancianos, conocedores de todas estas cosas concluyeron en que era un mal augurio esas señales inusuales del mar.
En las horas de la noche una brisa helada sopló sobre la isla llenando de temor a sus habitantes; misteriosamente, todas las embarcaciones fueron desvaradas y soltadas en el mar al capricho de las corrientes marinas que las alejaban cada vez más de la orilla.
Al día siguiente había desaparecido el guacal con el cuerpo de la sirena.
La marea empezó a subir lentamente cubriendo las playas y caletas.
Extrañamente había cambiado el curso de la corriente y las aguas llenaban cada vez más el ámbito de la Isla del Mohán.
Los pobladores sintieron terror cuando vieron en los cantiles, en los bajos y en todos los alrededores de la isla, una cantidad inusitada de tiburones merodeando agresivamente, en esos momentos se percataron que todos los botes varados en la orilla y los que estaban acoderados entre sí, habían desaparecido. Sintieron un miedo tan profundo que algunos empezaron a lanzar alaridos de histeria al ver en la cresta de las olas, la pareja de la sirena capturada, cargando a su hijo y que se enseñoreaba en el mar dando gritos ininteligibles, gritos de rabia, indignación, gritos de venganza, completamente incomprensibles para los pobladores.
Solamente entendían una expresión que mas o menos era así: ¡Perimene metá!
y después gritaba con su potente voz: ¡Ela dó tsalaza. . . Ela, Ela dó!
Un sabio anciano curandero en la isla, comentó a los isleños que este ser, lo que hacía era darle órdenes a los elementales del agua y a los tiburones que cada vez, se acercaban mas a la orilla mientras la marea subía apresuradamente.
Los ancianos de sienes blancas, rogaban para que el hombre mitad pez, no despertara con sus adoloridos alaridos, al poderoso Orisha Olokun, una de las divinidades del mar, el mas fuerte y misterioso camino de Yemayá que vive en el fondo de los mares y cuyo poder es demoledor.
El agua empezó a inundar las casas que estaban cerca de la orilla, todos empezaron a buscar las tierras más altas en busca de protección, la marea había cubierto totalmente el amarradero y seguía subiendo de manera lenta pero pareja.
Los habitantes de Barú, miraban impotentes como se tragaba el agua la isla del Mohán, unos osados pescadores que lanzaron sus embarcaciones para rescatar a los moradores de la isla, fueron embestidos y devorados por los tiburones, ante la mirada horrorizada de vecinos y familiares que nada pudieron hacer por ellos.
Estos voraces escualos, como si se hubieran puesto de acuerdo o una mente superior los guiara, se lanzaron arremetiendo con fuerza contra las pequeñas embarcaciones, hasta voltearlas una por una.
Mientras tanto el agua subía lenta pero continuamente anegando completamente los salinos esteros y toda la superficie de la isla.
Los habitantes estaban montados en el techo de las viviendas buscando resguardo de la incontenible marea, ocasionalmente uno que otro caía al agua y era devorado por los hambrientos tiburones que simplemente se dedicaban a esperar que cayeran los isleños de sus refugios.
A las tres de la tarde, solo quedaba un niño con vida el cual estaba fuertemente aferrado a una precaria tabla. Los tiburones pasaron a su lado sin mirarlo.
Todos los habitantes de esa hermosa isla fueron victimas de la ferocidad de los escualos, solo se salvó de morir devorado por estos, el niño de doce años, el cual fue conducido sano y salvo por la fuerte corriente del nordeste, hasta las playas de la isla de Barú donde lo esperaba ansiosa toda la población para socorrerlo.
En una curiosa caravana, los tiburones abandonaron el lugar con rumbo a los mares ignotos de los tiempos perdidos, la isla en un rugido sobrenatural, se fue hundiendo hasta desaparecer completamente, en las profundidades abisales del Océano que en ese lugar de Barú, tiene una de las mas grandes profundidades de la costa caribe de Cartagena de Indias.
Desde las profundidades, emergió el extraño ser con su hijo en los brazos, remolcando un lecho de algas y de verde tarulla, donde reposaba para siempre la sirena de sus sueños.

Relato:

Juan el Bautista
Por Margarita Vélez Verbel
(Asociación de Escritores de la Costa/ Taller Yngermina/RENATA)


Que no era digno de calzar la sandalia del que vendría después de él, decía Juan el Bautista mientras se deslenguaba en contra de la madre de Salomé por todas las calles de su provincia. Ramera, le gritaba ante la multitud cada vez que la mujer atravesaba las plazas públicas porque se había tirado a algún soldadito de su marido, un general de cinco coronas.
Ramera, le gritaba cada vez que podía, alborozado, exaltado, como un loco y en una especie de éxtasis místico. Era el mismo Juan que recitaba el Antiguo Testamento y los Salmos del rey Salomón, el lujurioso Salomón que se había follado a unas dos mil mujeres, la mayoría niñas que apenas llegaban a los doce años, que eran llevadas a la fuerza por sus padres como premios para el ungido de Dios, el sabio que las accedía y luego las sacaba del lecho como quien se limpia con una servilleta, pequeñas que temblaban de temor ante el inminente dolor de entregarse a un hombre que sucumbía ante paso del tiempo, lleno de cicatrices y fealdad.
Nada de innoble observaba Juan en el gran sabio, como tampoco en Abraham, que se comía y preñaba a Sara al igual que a Aghar en la misma tienda. Por ellos, como por el resto de profetas violadores y abusadores de mujeres y niñas, nunca salía a desgañitarse en las calles de Jericó. Tampoco recibió mensaje alguno de su dios altísimo que le indicara que había en tan altos escogidos alguna afrenta, alguna tacha que le ofendiera. Pero ante esta mujer era distinto: era una ramera porque disfrutaba de su cuerpo en abundancia y se gozaba con su vigor de hembra y se extasiaba con uno que otro soldadito de su marido, cogidos alguna vez en posición de firme.
Juan, Juan el deslenguado. Juan el afrentoso, el que veía la viga en el ojo ajeno pero no la viga en el ojo del judaísmo.
Nunca hubo una cabeza más justamente cortada.

GAZA: CRIMEN Y VERGÜENZA

No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza.
Por José Saramago
No es una represalia, no son los cohetes artesanales que han vuelto a caer sobre territorio israelí sino la proximidad de la campaña electoral lo que desencadena el ataque.
No es la respuesta al fin de la tregua, porque durante el tiempo en el que la tregua estuvo vigente el ejército israelí ha endurecido aún más el bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones con la cínica justificación de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser miembro de Hamás despoja de condición humana al cuerpo desmembrado por el impacto del misil y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato sin más?
No es un estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y anunciada hace tiempo por la potencia ocupante. Un paso más en la estrategia de aniquilación de la voluntad de resistencia de la población palestina sometida al infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza a un asedio por hambre cuyo último episodio es la carnicería que en estos días asoma en las pantallas de nuestros televisores en medio de amables y festivos mensajes navideños.
No es un fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más de complicidad con el ocupante. Y no se trata sólo de Estados Unidos que no es referencia moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüedad, hipocresía, de la diplomacia europea.
Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin que pase nada. La impunidad de Israel no se cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tiene consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con acuerdos comerciales preferentes o propuestas para el ingreso de Israel en la OCSE. Y qué obscenas resultan las frases de algunos políticos repartiendo responsabilidades a partes iguales entre el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida equidistancia que equipara al oprimido con su opresor. El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. Y a perpetuarlo.
En Gaza se está perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y nadie podrá decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no sabíamos.
Firmas: Teresa Aranguren, Pedro Martínez Montávez, Rosa Regás, José Saramago, Pilar del Río, Cármen Ruiz Bravo, Belén Gopegui, Constantino Bértolo, Santiago Alba Rico.

BOMBARDEO A GAZA

Operación: Plomo Impune
Eduardo Galeano

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.
Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones, en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.
Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.
Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.
Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera.
Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.
No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.
Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.
¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con eta, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar al ira. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.
Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.
Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.
La llamada comunidad internacional, ¿existe?
¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que Estados Unidos se pone cuando hace teatro?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas rinden tributo a la sagrada impunidad.
Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.
La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.
(Este artículo está dedicado a mis amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró.)

HAY FESTIVAL

La Arcadia de Mapfre, Juan Valdés y la Señora Whilman
Por Harold Alvarado Tenorio


Ἀρκαδία fue un lugar del Peloponeso que devino, en la imaginación de los románticos liberales, en un país donde moriríamos felices gozando de la sencillez de la vida, rodeados de pastores y en comunión con la naturaleza. El carácter apacible de los días de Arcadia fue paraíso para ciertos romanos, griegos o renacentistas, y sin duda el arquetipo del Macondo en los días de prosperidad de Aureliano y Arcadio Buendía.
Mapfre, [Mutua de la Agrupación de Propietarios de Fincas Rústicas de España], por el contrario, es una sociedad de servicios financieros controlada por una fundación homónima, con énfasis en seguros y sucursales en Argentina, Chile, Colombia, México, Puerto Rico y Estados Unidos, fundada en 1933, cuyos ingresos son del orden de los € 16,000 millardos anuales, con unos 33.000 empleados y unos beneficios netos cercanos a los € 1,700 millardos para el año pasado.
Aquella Idea y este Don Dinero han fomentado en los postreros días de los últimos cuatro Eneros, en el Corralito de Piedra de Cartagena de Indias donde se negociaron 6 millones de negros esclavos, una suerte de antruejos para ociosos y ricos y ávidos de sexo y nombradía titulados Hay Festival & The International Cartagena Music Festival, con una réplica aun mas roñosa: The Carnaval of the Artes of Barranquilla, que incluye a menudo estriptiseras, luchadores con máscara y prosistas amenazados de muerte, luego que las chusmas de chaval@s bogotanos han abandonado el sitio y empiezan a llegar los trasatlánticos de homosexuales ingleses y norteamericanos, lesbianas francesas y drogadictos italianos y españoles, donde en cinco o seis sitios: Teatro Heredia, Quiebracanto, Claustro de Santo Domingo, Havana, Mapfre House y Plaza de la Aduana, un puñado de publicistas ingresan a sus empresarios y patronos, --digamos Polanco, Betancur, Juan Valdés, Lara, Herralde, Visor, Carvajal o Balcells--, unos cuantos miles de millones de pesos, que convertidos en euros, son saldo, para la imagen que proyectan a los cientos de miles de colombianos que escuchan y presencian en la radio y las teles el doliente espectáculo de unos lameculos fungiendo de poetas y artistas.
Porque de lo que se trata es de lavar la cara sucia de los empresarios españoles que ahora hacen la América a medida que se apoderan de las empresas de servicios públicos, los bancos y los centros de enseñanza y cultura y controlan la prensa, la radio y la televisión de nuestros países.
Nada en el formato cartagenero del Hay Festival es comparable con el que se realiza en un pueblito galés de mil quinientos habitantes con cincuenta librerías. Aquí todo sucede en una aldea del Tercer Mundo, donde un grupo de opulentos y soberbios pasan cortas temporadas de lujuria y estupefacientes rodeados de la más dolorosa de las miserias humanas. Cartagena, que tiene un millón de habitantes, negros en su mayoría, a duras penas llega al 15% de ellos en la clase media, con más de 800.000 entre la pobreza y la absoluta miseria. De esos asuntos, ni de la corrupción de su clase política, ni del racismo rampante de su clase alta, la mas culifruncida del mundo, conversan los señoritos y las damitas que durante ese cuarto de hora de sus vidas, creen haber escrito como Borges o García Márquez luego de tomarse unas fotos con otros pobres diablos, como ellos, que se han comido el cuento de que escribir bien es un asunto de relaciones públicas y buena suerte.
Juan Valdés [“Cuando dicen que hay un pedacito de él en cada tarro a lo mejor no están bromeando”: Mike Peters] es el seudónimo de unos empresarios Pondsford and Silva.
www.arquitrave.com
h.alvarado@cable.net.co

ENTREVISTA CON MEIRA DELMAR

"Aquí, la voz, la canción; el corazón a lo lejos"
Por Álvaro Suescún T.

Un par de albañiles acaballados sobre el techo laboran en la casa que habita Olga Chams Eljach (Meira Delmar) en una esquina muy cerca del parque en el barrio Bellavista. Afuera una pila de escombros que crece sobre la acera delata los estragos ocasionados por los aguaceros de esta semana. Es casi mediodía y ya empiezan a caer, esporádicas, las primeras gotas de lo que se anuncia como otro cataclismo de aguas, usual en estos días y en esta zona del Caribe. El más reciente debió afectar la añeja vivienda que aún conserva su original diseño Art-Deco, obra del arquitecto cubano Manuel Carrerá en los tiempos en que Barranquilla despuntaba al modernismo. Para llegar debo rodear un amplio jardín bajo la extensa y fresca sombra de dos o tres árboles de matarratón y de un roble que ofrece a manos llenas sus racimos de flores moradas. A mitad de camino un frondoso jazmín esparce con desorden sus fragancias, luego una terraza amplia y apacible antes de franquear la entrada en la que un animoso french poodle anuncia con sus inquietantes ladridos nuestra presencia.
La puerta está abierta de par en par, pero una reja de hierro impide el paso. Ella misma acude a abrirla, dice algo relacionado con el clima de inseguridad que ha obligado a los habitantes de la ciudad a enjaularse como pájaros, mientras por el zaguán se filtra, refrescante, una densa corriente de aire. Sus formalidades son exquisitas, tiene un temperamento admirable y una envidiable dulzura en el acento de su voz. Adentro, en una espaciosa sala, Ricardo Millán y Campo Elías Romero conversan animadamente con Alicia, la hermana de la poetisa, que en silla de ruedas los acompaña. El avance de una neuropatía diabética la ha reducido a este estado, pero ella no pierde el ánimo. Todo allí delata un perfecto orden y un buen gusto orientado por estas dos hermanas que vieron crecer y partir a una gran familia: sus padres, su hermano William, la esposa de este y sus cuatro hijos, y ahora se ven desminuidas en el amplio espacio de este lar. A la izquierda su estudio, allí sobresale un retrato de juventud de Meira que acusa la hermosura de sus rasgos árabes conservados intactos en ella, fue hecho al óleo por la pintora bogotana Gloria Mejía y está justo encima de un piano flanqueado por dos estantes atiborrados de libros y, sobre las paredes, por todas partes, una profusa obra pictórica en que se destacan las firmas de algunos de sus grandes amigos: Guillermo Ardila, Ángel Loochkartt, Roberto Angulo, Alejandro Obregón, María Cristina Betancourth, Humberto Aleán, Neva Lallemand, entre otros.
Al retornar al hilo de la conversación, después de los saludos, observo que es Hans Federico Newman, músico versátil, gran pianista fallecido hace casi diez años, el tema que tienen sobre la mesa, no en vano Campo Elías de vez en cuando acomete un instrumento, y Meira estudió música en la Escuela de Bellas Artes, como se llamaba entonces el Conservatorio de Música Pedro Biava, e interpretaba muy bien en el piano a Mozart y a Behetoven. "Me gusta mucho Chopin, por igual el de los valses, el de los nocturnos, el de los estudios, el de las polonesas, todo Chopin, y por contraste me gusta Rachmaninoff, Debussy y el español Falla", dice Meira. "Cuando murió su madre -me dijo Campo Elías de tal manera que solamente lo escuchara yo, tuvo una muy fuerte depresión y no volvió a abrir el piano, como ves ahí está y no ha querido desprenderse de él". Sí, ahí está ese piano, silencioso, ratificando su cercanía con la música, esos años de estudio que le sirvieron para comprender y sentir en una forma más profunda la vida, ella lo acentúa, al decir: -"Toda la buena música vale la pena escucharla".
Los motivos de charla son distintos y saltan de un lado al otro de la mesa durante el almuerzo en el que nos acompaña Ricardo Chams, uno de sus sobrinos; ellos se turnan en la visita que siempre es a esta hora, salvo los domingos que procuran hacer una reunión total de la familia. En algún momento ella le pregunta por su hermano Alberto que está en chequeos médicos y él responde que ha tenido una notable mejoría, entonces divertida cuenta que García Márquez llamaba --manes del azar objetivo-- a Billy, otro de sus sobrinos, "el boxeadorcito", como anticipando que sería el exitoso promotor de boxeo que ha tenido en "Cuadrilátero", su cuerda, a varios campeones mundiales hechos en este patio.
A las dos de la tarde se despiden todos los que nos acompañaban, Alicia se retira a su habitación y Meira me pide ir con ella a otro lugar de la casa para iniciar esta entrevista, pasamos cerca de unas vigas de madera que sostienen el techo y alguna pared, ella me explica que hacía tiempo no le hacían arreglos a la casa y se queja de los altos costos de las refacciones. Con un café arábigo nos sentamos en una terraza, frente a un bien cuidado jardín interior, ella recuerda la aparición de Anáglifos en los años cuarentas, un libro de poemas de Hans Federico Newman, cuando el maestro era el subdirector de la Orquesta Filarmónica de Barranquilla: -"Porque has de saber que también se destacó como poeta y traductor de poesía". Por aquellos días le puso música a "Canción Lejana", un poema de Meira, del libro Verdad del sueño, que interpretó la soprano barranquillera Fabiola Franco en una velada lírica en Bogotá.
--EN POCAS OPORTUNIDADES GRANDES VERSOS HAN SIDO LLEVADOS CON ACIERTO A LA MÚSICA, le pregunto. ¿ALGUN OTRO INTENTO DE MUSICALIZAR TU OBRA?
--El maestro Pedro Biava también lo había hecho, él escogió "Promesa", [uno de los poemas iniciales publicados por Meira, en la revista Vanidades, de La Habana, Cuba], y lo cantó Tina Altamar, ese poema nunca lo recogí en los libros, por cierto uno de los primeros que escribí y, no hace mucho, el maestro Rodolfo Pérez, director de un magnífico coro de Medellín, puso música a quince composiciones mías para coro masculino. El maestro Pérez, un músico extraordinario, vino con su coral y actuaron en el teatro Amira de la Rosa en una noche inolvidable.
--¿ESE DESEO DE EXPRESARTE MEDIANTE LA POESÍA, OCURRIÓ DESDE LA ADOLESCENCIA?
--Sí, siendo niña empecé a escribir estrofas, pequeñas cosas. Vivíamos en Las Delicias que era como vivir en el campo porque el barrio estaba un poco apartado y ese era su gran encanto. Era el barrio más alto de Barranquilla, desde mi casa se veía la panorámica de la ciudad, en los días como estos en que había caído lluvia se alcanzaba a ver el mar en el horizonte, en las noches la luna se reflejaba en el río y a lo lejos se perfilaba el contorno de la Sierra Nevada. No había esos edificios que hoy cortan la visión que desde mi casa era una maravilla, y empecé a escribir motivada por aquel mar, las acacias florecidas, la primera estrella de la vespertina, paisajes que despertaban mi sensibilidad y me inclinaban hacia la poesía. Alguna vez, por allá en 1937, vi que en la revista Vanidades de La Habana aparecía una sección de poemas y decidí mandar algunos míos. La sorpresa fue que los publicaron. Como mi padre era un poco severo supuse que no le iba a gustar esta aventurilla de su hija, tampoco quería que mis compañeras de colegio supieran que era yo la autora de los versos, entonces busqué un seudónimo y los acompañé de él, así nació Meira Delmar.
--DE AHÍ A LA PUBLICACIÓN DEL PRIMER LIBRO DEBIÓ HABER UN LARGO TRECHO.
--Pasaron cinco años. Yo leía y releía en silencio, complacida, aquellos poemas míos en la revista, y a muy pocas personas se los mostraba. Un día, estando con Emilia Segebre, llegó Alirio Bernal, un gran intelectual, autor de La historia industrial de Barranquilla. Al leer aquellos poemas, preguntó si alguien sabía de quién se trataba, Emilia se lo dijo y él se encargó de difundirlo en un artículo que escribió para la revista Civilización. Mi primer poemario publicado, Alba de olvido, es un libro de adolescencia, como dijo Ignacio Reyes Posada en el prólogo, lo publiqué por su insistencia y la de unos amigos, Carlos Osío Noguera, Héctor Rojas Herazo y Alirio Bernal, ellos tenían un programa en La Voz de la Víctor, a donde me invitaron para hablar sobre mi poesía. Rafael Salcedo Villarreal, que era el dueño de Editorial Mejoras, estuvo también allí y me ofreció publicar esos poemas: "Me llegó un papel de Europa, me dijo, es como para poesías. Si te parece publico tu libro, te entrego cincuenta ejemplares y me quedo con la edición para pagar los gastos". Y así lo hicimos.
--DESPUÉS VINO SITIO DEL AMOR
--Sí, dos años más tarde, en 1944, luego Verdad del Sueño, en 1946. En 1951, Secreta Isla. Creo que en Secreta Isla alcancé el tono de mi voz. Tal vez en mis primeros libros hay algunas influencias, nadie escapa a ellas, pero yo me busco en esas grandes poetisas que tanto admiré y no me encuentro con ellas, Juana de Ibarborou era un caudal de escritura rico y abundoso, era la alegría, yo no tengo eso. Gabriela Mistral, la divina Gabriela, era el dolor, el llanto, su obra es escrita con sangre, y ya sabemos que la sangre es espíritu, tampoco hay de eso en mi poesía. La rebeldía de Alfonsina Storni no la encuentro en lo mío. Delmira Agustini prefirió un lenguaje que se mueve en el claroscuro donde se entrelazan cuerpo y alma, eso es muy distante de mí. En Secreta isla yo me veo tal como soy, mi poesía es diferente, quizá porque hay un tono nostálgico siempre en ella. El amor en mi poesía es de tonos medios, no es un amor que grita, no es un amor que exige, es un amor que se está siempre yendo, eso podía ser lo que hace que mi poesía sea siempre diferente.
--GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DIJO QUE ESTE ERA UN POEMARIO MARAVILLOSO, Y QUE POR PRIMERA VEZ CRÍTICOS, PERIODISTAS Y ESCRITORES SE PONDRÍAN DE ACUERDO.
--Es la generosidad habitual de Gabito, de cuya amistad me precio y recuerdo con mucho cariño. Luego me dediqué a mi labor en la Biblioteca Departamental, pero nunca dejé de escribir, ya para 1970 publiqué una Antología con el título de Huésped sin sombra, con prólogo de Javier Arango Ferrer[1]. Después de un largo interregno publiqué diez años después Reencuentro, y Laúd memorioso en 1994. No hace mucho me invitaron a participar en el programa "Un tinto con los escritores", una amena conversación con el público que realiza, en alianza con el Instituto Distrital de Cultura, Carmen Alvarado en una admirable labor de difusión cultural en Confamiliar. Me preguntaron si alguno de mis libros había sido publicado por una entidad oficial, les respondí que no, por cierto que es bastante alto su costo en nuestro país. Y así es, no he tenido nunca la colaboración de alguna entidad oficial. Entonces me di cuenta de que Roy Pérez, el Secretario Distrital de Cultura, estaba a mi lado, y dije: "Ahora no vayan a pensar que estoy haciendo la solicitud para que el Distrito me colabore en la publicación de mi próximo libro", él se reía pero no es asunto para reírse, fíjate, no es mucho lo que se ha publicado allí y en el Fondo de Publicaciones de la Gobernación del Atlántico está el libro de poemas de D' Annunzio, traducción de Hans Federico Newman, durmiendo un sueño de justos desde hace un año.
--NO HAY APOYO PARA LOS ESCRITORES, ASÍ ESTAN FRUSTRADAS MUCHAS PROPUESTAS DE APOYO A LA CULTURA.
--Bueno, en las entidades oficiales las prioridades son, al parecer, otras. Por eso se acude a otras instancias, me dijo Campo Elías Romero que están gestionando la publicación del libro sobre comentarios de arte de Eduardo Márceles en la Universidad del Norte y que él creía que este libro de prosas, que ya tengo listo, lo podrían publicar allí también. No sé, vamos a ver...
--¿CUÁL DE TUS POEMAS PREFIERES?
--Si me permitieran escoger para una antología de poesía en la que se incluyeran algunos de mis poemas, yo escogería "Raíz Antigua" y "Nueva Presencia". En algunas antologías, entre ellas la de Andrés Holguín, y no sé por qué, han preferido "Palabras al mar," y de este solamente toman una parte pues está compuesto por "Memoria" y "Presencia" y, generalmente, toman la primera.
"Pillín", que así se llama su perrito, ha estado dando vueltas a nuestro alrededor, está inquieto por las amenazas de lluvia, el cielo se ha tornado sombrío y se oyen a lo lejos los primeros truenos, finalmente sube a su silla y con movimientos lentos se adueña de su regazo; ella, tierna, lo acoge. "Es un gran amigo", dice mientras le proporciona algunas caricias. Recuerdo que Ramón Bacca tuvo, alguna vez, una pareja de mascotas felinas a las cuales bautizó "Lucho" y "Gatica", doble homenaje al bolerista chileno, y pienso en "Pepe", un hermoso gato blanco de larga cola del que me hablara Jorge Artel. "Fue el regalo de más significación humana que tuve en mi vida", me había dicho. Inevitable asociar esta actitud de nobleza en ellos y otros escritores en esta ciudad.
--¿CONOCISTE AL POETA JORGE ARTEL?
--Lo conocí en la Sociedad de Mejoras Públicas, por allá en 1950, antes de su largo viaje por Centroamérica. Estaba feliz porque el gran poeta cubano Nicolás Guillén le había enviado un libro de versos y con una alegría casi infantil me dijo: "Mira el libro que me ha mandado Guillén". No recuerdo haber compartido con él algún recital, a ver, sí, tal vez en un encuentro de escritores en Sincelejo, por allá en el 82. Asistí a varios recitales suyos, en la Universidad del Atlántico oí al poeta por última vez.
--ES CONOCIDA LA INFLUENCIA QUE EJERCIÓ CON SU LABOR EN EL SUPLEMENTO CARIBE CARLOS J. MARÍA, ¿FUERON AMIGOS?
--Hablamos pocas veces. Lamentablemente yo no tuve acceso a la amistad de Carlos, lo conocí pero muy superficialmente. Una noche vino aquí, me hizo una pequeña entrevista para el suplemento literario. Nos vimos en un encuentro de escritores en Santa Marta pero, la verdad sea dicha, yo lo leía con ese placer que causa leer las cosas cuando están bien pensadas y bien escritas. Pero, vuelvo y te digo, no tuve la fortuna de estar cerca de la amistad de Carlos J. María.
--¿Y DE RAMÓN BACCA?
--Ramón ha sido un amigo también esporádico, le tengo cariño y me gusta como escribe, me divierte su sentido del humor no muy común entre nosotros los colombianos.
--DE BOB PRIETO, ¿QUÉ RECUERDOS TIENES?
--De él, sí, muchos. Era un erudito apabullante, gran amigo y además pianista aficionado muy bueno. En 1958, cuando entré a la biblioteca como directora, la Asamblea Departamental funcionaba en la segunda planta de la biblioteca porque su salón de actos, en el antiguo edificio de la Gobernación, lo habían subdividido en oficinas durante el período dictatorial de Rojas Pinilla y, cuando retornamos a la democracia, no tenían donde sesionar e instalaron, qué absurdo, la Asamblea Departamental con sus barras y sus gritos en una biblioteca, bueno, eso me tocó a mÍ. En alguna ocasión llegó un funcionario enviado por algún diputado, bajando el rostro me dijo:"Señorita, el diputado X le manda decir que suba pues quiere hablar con Usted". Roberto Prieto, que estaba en mi oficina, rojo de la rabia, dijo: "Dígale al diputado tal que baje él si quiere hablar con la directora de la Biblioteca Departamental". Ese era él, muy caballeroso, como también un crítico muy agudo. En ese segundo piso acondicionamos una sala de música, la dirigía la señora De Andreis, suegra de Néstor Madrid Malo, naturalmente lo que había en la discoteca de la sala era toda música clásica pero, en las horas no habilitadas para el público, subíamos allá con Roberto, Esthercita Forero y Mery Loogan; poníamos algunos discos, entre otros recuerdo "Bombo y Maracas" y "Whisky con Soda" de Esthercita, y Roberto, que era muy buen bailarín, cogía a cualquiera de nosotras y daba algunos pasos de baile. Uno de esos años, por allá en el 62, Sonia Osorio ideó para sus cuerpos de baile el caso de una muchacha posesa y recuerdo muy bien le pidió a Esther Forero que le escribiera una canción, ella le llevó dos, "La Embrujá" y "La Mojana.
--¿TUVIERON USTEDES OCASIÓN DE ASISTIR AL ACTO?
--Estoy en duda, ni siquiera recuerdo dónde fue la presentación, Sonia trabajaba en los carnavales de Barranquilla para el Country Club, por eso no sé si fue allá, en el Apolo o en el Hotel del Prado, no podría jurarlo sobre la Biblia. El Gran Ballet de Colombia comenzó, como todas las cosas grandes de este país en Barranquilla. Sonia estaba entonces casada con Alejandro Obregón y en otra de sus funciones en el teatro Apolo, la escenografía y el vestuario fueron diseñados por él, fueron unos trajes hermosísimos los que diseñó Alejandro. Más tarde ella se trasladó a Bogotá y el ballet creció y es hoy esa extraordinaria muestra de arte que ha llevado el nombre de Colombia a todas las partes del mundo como sabemos.
--¿ERAN ACTOS PREPARATORIOS DEL CARNAVAL?
--Era sencillamente una función del Ballet de Sonia, más tarde organiza las comparsas y las presentaciones del carnaval, ahora sí del Country Club.
--¿HAS ESCRITO ALGUN POEMA SOBRE CARNAVAL?
--No, no tengo ningún poema sobre el carnaval. Me divertí sí y mucho en el carnaval cuando era muchacha, me vestí de monocuco muchas veces, con mi voz chiquita de tiple, gocé muchísimo y bailé todo el carnaval. Mi madre me decía "Mijita, ¿ustedes no se cansan?", empezábamos el sábado y terminábamos el martes, con otras amigas, disfrazadas con esos trajes de satín en colores, con guantes, con zapaticos de cotizas, máscaras y todo, entrábamos en las casas vecinas y decíamos (con voz chillona): "Buenas tardes. A que no me conoces, no me conoces" y nos ofrecían algo de tomar o comer para que nos quitáramos la máscara. ¡Qué rico recordar! Ahora mira uno hacia atrás y ve eso tan lejos. El tiempo corre y llegas a entender que no es nada.
--EN ESE LARGO CAMINO DE TU VIDA, MUCHOS SON LOS AMIGOS QUE SE HAN IDO.
--¡Cómo pesa la ausencia de los amigos que se van! Obregón, Bob Prieto, Artel, mira, te sigo la lista: Guillermo Ardila, Álvaro Cepeda, Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor, tú recuerdas que en Cien Años de Soledad, extraña coincidencia, el protagonista (que es Gabo) se encuentra solo porque los amigos se fueron, y el primero fue Álvaro, después Germán y luego Alfonso, en ese mismo orden, premonitorio. Es impresionante.
--TAN IMPRESIONANTE COMO PENSAR EN EL EXTRAÑO SINO DE LA MUERTE.
--Lo malo es que no se puede dejar de pensar en ella porque está presente todos los días, y te digo una cosa: le tengo una gran antipatía, no me gusta para nada, porque se presenta sin que uno la llame, sin que uno la espere, sin que uno la quiera. Es abusiva la muerte.
--¿TIENES IDEA DE LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE?, ¿HAS PENSADO EN ALGO QUE EXISTE?
--No sé qué decirte. Mi hermana Alicia, que es muy sensible, ha tenido algunas experiencias. Ella está absolutamente segura de que sí, que hay vida después de la muerte, yo no sé qué pensar, pero creo que tenemos que agarrarnos de esa esperanza porque sería terrible saber que solo somos ese poquito de escombro que queda de uno finalmente tras la cremación, es terrible pensar que eso somos, hay que esperar que haya algo más. La muerte siempre me ha espantado porque significa que no vuelves a ver a la persona que se va. Esa ausencia y ese no sentirlos ya en la cotidianidad de la vida es lo que me impresiona. No me acostumbro y no tengo esa virtud maravillosa que se llama resignación cristiana, me rebelo contra ella. Claro, me acerco a Dios y le pido consuelo, pero me sigue doliendo demasiado. El dolor de la ausencia tiene en mi su habitante, no sé por qué le encanta poseerme, no se me va, yo no lo pido, yo no lo llamo, no quiero que esté en mí, pero se ha empeñado en serme demasiado fiel. La muerte de mi padre significó para mí un desgarrado grito interior, pero mi hermano asumió su imagen y las funciones de mi padre, luego la muerte de mi madre fue un sufrimiento largo mientras lo asumía, no me había repuesto cuando me llegó otra vez, uno nunca se repone de las pérdidas de los seres que ama, tras la muerte de mi hermano aún no puedo hablar de él. Lo único que le pido a Dios es que dé salud a mi familia, eso es lo realmente importante. ¿Sabes cómo me gustaría morir? Como Amira de la Rosa, en el sueño, porque amo mucho la vida y le temo a la muerte. Cómo será de amable la vida que, con todos los dolores que te da, nadie la quiere perder.
La lluvia se descarga con fuerza sobre la ciudad. Algunos relámpagos alcanzan a iluminar el patio y un arroyo se ha formado en frente de nosotros. El semblante de Meira ha cambiado. Es intensa ahora en sus palabras, la afectan, el dolor la descompone. Diría que le da rabia confrontar esta dura realidad de la vida. La entiende pero termina por no aceptarla. No por ella, no por miedo a mirarle la cara, sino por la pérdida de esos seres que le marcaron un derrotero en la amistad, en el afecto. Pero hay otros aspectos que debemos tratar, su ejercicio periodístico de ahora, por ejemplo. Hacia allá vamos y se lo indico:
--HE NOTADO QUE HAS REGRESADO AL EJERCICIO PERIÓDICO DE LA COLUMNA. ¿ESCRIBES CADA DOS SEMANAS PARA EL HERALDO?
--Sí, cada dos domingos aparece allí mi columna que he llamado "Palabras", pero hay momentos en los que no tengo temas. Esta vez he dedicado mi tiempo a escribir algunas palabras sobre Amira de la Rosa. Estaba en mora de escribir sobre ella, era un ser privilegiado. ¿La conociste? Tenía una gran finura espiritual, claridad de pensamiento, una simpatía desbordante y, como si fuera poco, una gallardía y un no se qué de realeza que me hace recordar a Ramón Vinyes, el sabio catalán. Él alguna vez le dijo: "Señora, ¡qué acierto el de su bautizo!" Y es que él sabía que en árabe, de donde viene su nombre, significa "Princesa". Yo, a mi vez, le dije en alguna ocasión: "Si no te llamaras Amira, tendrías que llamarte Gracia".
-LO RECUERDO. EN UN POEMA LA LLAMAS "AMIRA DE LA ROSA Y DE LA GRACIA, LA GRACIA QUE POR SER GRACIA ¡EN TI COMIENZA Y TERMINA!" (En "Romance de Amira de la Rosa", en el libro Sitio del amor).
--Alguna vez la fuimos a recibir al aeropuerto, venía de Madrid y allí estaba yo esperándola con Alfonso Fuenmayor y otros amigos. Al saludarlo con un estrecho abrazo, nos dijo: "A este muchacho lo enseñé a leer". Tú sabes que ella era una gran pedagoga. Alfonso, que tenía un sentido de la oportunidad y sentía una gran admiración por ella, le respondió: "¡Mejor me hubiera enseñado a escribir!". Los que allí estábamos aplaudimos festejando ese duelo de inteligencias.
--¿FUISTE MUY AMIGA DE AMIRA DE LA ROSA?
--Sí, la quise mucho. Era una mujer polifacética, extraordinaria. Aquí tenía, con sus hermanas, el colegio "Gabriela Mistral" porque admiraba a la poetisa chilena. Nunca imaginó que la conocería años más tarde y consolidaría una gran amistad, en España, a donde había ido para hacer unos cursos que dictaba en Barcelona María Montesori, la célebre pedagoga Italiana, también asistía Gabriela Mistral. Luego la nombraron agregada cultural en la embajada de Colombia en Madrid hasta cuando, en la dictadura de Rojas Pinilla, la declararon cesante. Intervinieron sus amigos Eduardo y Enrique Santos y la designaron cónsul en Sevilla. Acabado el gobierno de Rojas Pinilla, vuelve Amira a Madrid con su único hijo, que era enfermo, esquizofrénico. En Europa trató de curarlo pero no lo consiguió. Amira permaneció allí hasta que renunció y regresó a Barranquilla en 1972 donde alcanzó a vivir poco tiempo, dos años quizá, más tarde murió. Así que fue muy poco lo que pude tratarla aquí. Cuando estuve en España, en Madrid me veía con ella casi a diario. Durante un mes, viajé con ella a Salamanca, a Ávila, a Burgos, a Toledo, conocí esas maravillas de la mano de esta mujer de hermosa presencia. Conocía España como la palma de su mano. El poco tiempo que estuvo aquí salimos muchas veces. Amira era una mujer admirable, escribió unas obras de teatro interesantes: "Madre Borrada", estrenada con éxito extraordinario en Madrid; "Los hijos de ella", "Piltrafa", comedias principalmente, considero que su mejor obra para teatro es el sainete "Las viudas de Zacarías".
--ELLA ERA MUY TERRÍGENA, NO OBSTANTE SU VIDA COSMOPOLITA EN EUROPA, LO SUYO SON HIMNOS A LA NATURALEZA.
--Esa era ella, nos leía sus prosas al bollo de yuca, a la olla de malambo, a la cerca de matarratón, a las flores de las acacias, al árbol del trupillo, ella adoraba esta tierra. Una vez nos invitó a pasar la tarde a orillas del río Tajo, en el camino veíamos esos olivos con sus hojitas plateadas, unas encinas grandes, las encinas de Machado, veíamos olmos, álamos, de pronto se detuvo para decirnos: "Ay, ¡qué no daría yo por ver un totumo de mi tierra!"
--GERMÁN VARGAS, CUANDO ERA MIEMBRO DEL COMITÉ EDITORIAL DE LA FUNDACIÓN GUBERECK, ACONSEJÓ LA PUBLICACIÓN DE SU PROSA.
--Sí, es un hermoso libro que publicó la fundación Simón y Lola Gubereck, en 1988, con selección y prólogo de Germán Vargas. Se llama así, "Prosa", de Amira de la Rosa. Pero también un banco publicó "Marsolaire y otras páginas", un documento fervoroso que incorpora un pedazo de historia del litoral a nuestra historia literaria. Alfredo De la Espriella escribió el prologo. Y se publicó otra, "La luna con parasol", no recuerdo si por Santillana o Alfaguara, ya muerta ella.
--¿COMO MURIÓ AMIRA DE LA ROSA?
--Ella tuvo un gran sufrimiento en su vida. Me dijo alguna vez: "Es que tengo que ser alegre para poder sobrellevar el dolor que va conmigo". Era el dolor de tener a Ramiro, su hijo, en las condiciones de salud mental en que estaba. Ella había pasado un día malo, esa noche él no quería dormir, al fin ella y su prima Emilia, que la ayudaba en el cuidado de su hijo, agotadas, resolvieron descansar. Amira le dijo: "Ya se durmió Ramiro, ahora podemos dormir nosotras", y se acostó. Al día siguiente cuando la fueron a llamar, estaba muerta. No despertó de su sueño. Fue una bendición de Dios porque ella no quería morir antes que el hijo, ella me había dicho: "Tengo que vivir más que Ramiro, porque ¿a quién le dejo yo mi problema?" Ramiro quedó viviendo con sus tías en Olaya Herrera, por las tardes salía a caminar acompañado de la prima Emilia, que siguió a su cuidado. Tuvo una suerte trágica, una noche, al tratar de atravesar la calle un carro arrolló a su prima; él, que era un hombre alto como de 1.90 mts., cargó a la muerta en sus brazos y la llevó a la casa de las tías. Se quedó con ellas que, no obstante, lo querían mucho. Otra tarde en que amenazaba lluvia, salió a dar su acostumbrada vuelta, las tías trataron de que no saliera. "Mira que va a llover", le dijeron, no hizo caso, se fue. Cayó uno de esos aguaceros diluviales que tenemos aquí y no volvió, estas pobres mujeres se volvieron locas, acudieron a la policía, a los hospitales, a todos los recursos de emergencia, al día siguiente les avisaron que habían encontrado su cadáver en el caño. Un arroyo se lo había llevado.
La lluvia ha cedido. Ahora un leve viento frío entra desde el patio. De su gran amistad con la autora de la letra del himno de Barranquilla, tenía conocimiento desde aquella vez, en el ya lejano año de 1982, cuando, con Miguel Iriarte y Joaquín Mattos Omar, fuimos hasta las instalaciones de la Biblioteca Departamental para invitarla a participar en "Canción de la vida profunda", un programa radial de difusión de la poesía que emitíamos por la emisora de la Universidad Autónoma del Caribe. Emocionada, Meira nos relataba sus andanzas por esas campiñas españolas, acompañada de Amira de la Rosa. Para retomar el hilo de nuestra conversación, insisto en su labor como columnista, le pregunto si esas crónicas las escribe para comunicarse con sus lectores.
--Bueno, fíjate, responde ella, hace bastantes años escribí una primera nota para saludar la presencia de Dora Castellanos que venía a dar un recital en Barranquilla, a partir de entonces Juan B. Fernández, el director, me pidió que siguiera haciéndolo y alcancé a escribir tal vez cinco columnas pero luego las dejé. En esta ocasión me invitaron para alguna conmemoración de la Universidad Libre, en el Teatro Amira de la Rosa, recité tres poemas y, al bajar del escenario, Juan B. me dijo: "Meira, tienes que escribir en El Heraldo". "Bueno, vamos a ver", le dije y me respondió: "Vamos a ver, no. Tienes que volver a escribir, sobre lo que tú quieras". Al día siguiente, por teléfono, me repitió la invitación y me preguntó: "¿Dónde quieres que publiquemos tu columna?". "Donde ustedes digan, a mí me da lo mismo". Y me dijo: "Bueno, la vamos a poner en la página editorial". Efectivamente ahí sale mi columna, pues entre una y otra, el otro día me puse a mirar, llevo 24 escritas y publicadas y como te decía hace algún momento, hay días en que no tengo temas, no se qué voy a escribir.
--PERO CON TODA SEGURIDAD RESULTA SER ALGO DE MUCHO INTERÉS.
--Escribo sobre mis recuerdos, el primer viaje a Bogotá, los recuerdos del muelle de Puerto Colombia a donde iba cuando era niña, los del patio en casa de mis tías Amelia y Susana, hermanas de mi mamá, que eran mujeres muy finas --me apena hablar así de la familia--, casadas a su vez con dos hermanos de apellido Cajtuni, tenían una casa preciosa con un gran patio. Cómo sería que cuando la casa pasó a otras manos, la adquirió el club Unión Colombia y donde estaba la huerta de la que yo hablo, pudieron construir una cancha de basket ball con sus medidas reglamentarias y graderías para el público, esa casa era un paraíso. Por eso digo yo que el patio más parecía un cuento que la realidad.
--ERA MUY PINTORESCO ESE VIAJE A BOGOTÁ POR EL RIO MAGDALENA. ¿LO HICISTE EN BARCO DE VAPOR?
--El primer viaje a Bogotá lo hice por invitación de Carlos López Narváez, director de la Biblioteca Nacional, fue también mi primer recital en la capital, un acontecimiento muy grande para mí, impresionante. Ese viaje nos tomó 15 días por el río en un buque fluvial que se llamaba el "David Arango", tal vez fue el último buque de vapor que surcó las aguas del Magdalena, tenía unas inmensas ruedas que entraban en el agua permitiendo su avance, y alimentaban la caldera del buque como en los relatos de Mark Twain en el Mississipi, ¿recuerdas? Nos embarcamos mi hermana, dos amigos y yo, los paisajes en los atardeceres del río eran hermosísimos, todavía se veían caimanes, no muchos pero se veían, y árboles inmensos y esos pueblecitos en las riberas. De noche nos quedábamos largo tiempo en la baranda de la cubierta, mirando el cielo, sintiendo en el viento fresco la música de bandas que alegraba el ambiente hasta llegada la hora de volver al camarote, era delicioso. Otras veces era un trío con sus guitarras y su tiple el que animaba en las tardes a los pasajeros, ahí fue donde oí por primera vez la música de Los Panchos, yo no la conocía y aquellos tres hombres tocaban la música del trío mexicano "Sin ti", "Como un rayito de luna", todas esas maravillas, hace ya muchos años de eso y, mira, todavía siguen vigentes, hoy con más fuerza que nunca. Al llegar a Puerto Salgar tomamos un tren para Bogotá, ese tren perdía velocidad en la subida que era larga y penosa, se le sentía la respiración dificultosa, lenta, parsimoniosa, hasta que logró subir la montaña.
-- ¿QUE HACÍAS EN BARRANQUILLA, POR ESA ÉPOCA?
--Sencillamente vivía, me divertía, iba a cine, hacía visitas, una vida de muchacha barranquillera. Ya había publicado mi tercer libro cuando di ese recital en Bogotá, aquella fue una tarde terriblemente lluviosa y sin embargo la sala de la biblioteca estuvo llena. Como hoy todavía, en Bogotá se llenan las salas cuando hay poesía. De regreso hubo unos derrumbes y no pudimos regresar en barco, nos tocó venirnos en avión y yo estaba muerta de miedo. No existía todavía el aeropuerto Ernesto Cortizzos, ¿sabes qué año fue? ¡1951!. Esa fue mi experiencia de viaje por barco en el río Magdalena. Viajé por el mar también.
--¿A DÓNDE?
--Cuando era muy niña, viaje al Líbano, en el Medio Oriente, la patria de mis padres, tan solo estuve allá por menos de un año. Ya mayor estuve en Europa, por un lapso de seis meses, una linda experiencia, y a pesar de estar embriagada de belleza con el arte y con la cultura de esas ciudades hermosas de España, como Madrid, Toledo, Salamanca, o en Italia: Roma, donde estudié historia del arte y literatura, Venecia y Florencia con todas sus maravillas, llegó un momento en que me hizo falta mi tierra. Con sus problemas, con todas sus cosas malas, pero quería estar de nuevo en mi tierra, en mi ciudad, en mi calle, en mi casa. Es algo increíble esa liga que hay entre el corazón y las cosas que te rodean; recuerdo una frase de Javier Arango Ferrer, un amigo extraordinario, escritor y crítico de arte, que decía: "la patria duele mucho de lejos aunque huela mal de cerca".
--¿SENTÍAS NOSTALGIA POR LA LUNA DE BARRANQUILLA?
--Sí, claro, la veía con el pensamiento todos los días, y sentía añoranza por nuestro sol Caribe, no nos damos cuenta de que tenemos un cielo tan diáfano. Un amigo de Manizales, que vivió un tiempo aquí en Barranquilla, me decía: "Ustedes no alcanzan a captar la intensidad de la luz de Barranquilla, es una luz diferente, no es igual en ninguna otra parte", y yo creo que es así.
Esa luz de Barranquilla, ejemplo de convivencia pacífica para el resto del país, se eclipsó momentáneamente con los acontecimientos que sucedieron tras el asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948. Por curiosidad le pregunto dónde estaba ese día.
--Nosotros vivíamos donde está ahora el hotel Royal, en el boulevard de la 54, cerca del hotel El Prado, ya había muerto mi padre y mi hermano William tenía su almacén abajo, en el centro. Después del medio día, llegaron los rumores de los desórdenes y la confirmación por la radio de las noticias de lo que ocurría en Bogotá. Fue espantoso. Pasamos un susto enorme, en el centro asaltaron almacenes, quemaron algunas emisoras y periódicos, asaltaron la iglesia de San Nicolás y quemaron sus archivos, ¡ufff! Fue una experiencia terrible esa del 9 de abril en Barranquilla.
--¿USTEDES ESTUVIERON ENTRE LOS DAMNIFICADOS?
--No, gracias a Dios. Mi hermano regresó al día siguiente con mucho temor y halló que no había pasado nada en su almacén. La gente encuentra humor en estas tragedias, al mal tiempo le ponen buena cara. Fíjate que, al prenderle fuego a los archivos de la catedral, quemaron las partidas de bautismo y desaparecieron las constancias de las fechas de nacimiento. Muchas jovencitas optaron por quitarse los años al volver a hacer su Fe de bautismo. Una de mis amigas se quitó como diez años pero como era maestra tuvo que esperar más años para obtener su jubilación, ¡tan de malas!
-DESPUES AL RETORNAR LA CALMA, LLEGÓ TAMBIÉN LA VINCULACIÓN TUYA A LA BIBLIOTECA.
---Néstor Madrid Malo fue el primer gobernador una vez restituida la democracia, era también escritor, historiador y lector infatigable, en síntesis un intelectual muy culto. Su recuerdo me llena la memoria y el corazón. Él me ofreció la Secretaría de Educación y yo no la acepté. Le dije que no era licenciada en Ciencias de la Educación y por eso no quería asumir esa responsabilidad. Recuerdo que me dijo: "Y ¿tu sí crees que los otros directores de educación pueden hacerlo mejor que tú?" Después terminó por convencerme, al insistir: "Acéptame entonces la dirección de la Biblioteca". De allí en adelante fueron 36 años, 27 gobernadores, y lo único que me satisface es que nunca, óyeme bien, nunca, cuando hubo cambio de gobernadores, fui a donde ellos para solicitarles mi prolongación en ese cargo, no obstante que mis amigos me recomendaban: "Ve, habla con el nuevo gobernador, si no lo haces te pueden quitar el puesto". Yo les decía: "Bueno, si me remueven del cargo, sus razones tendrán, pero yo no voy a pedirle a nadie que me deje allí, ni pediré nunca una recomendación". Esto no lo decía por orgullo, ni por pretensión, sino porque pensaba que estaba cumpliendo con mi deber, sencillamente. No hice tanto como hubiera querido: Creamos la Sala de Referencia, la Hemeroteca y el Archivo Histórico, estas dos últimas pasaron a la Biblioteca Piloto del Caribe que funciona en el viejo edificio de la Aduana porque Gustavo Bell, que era el gobernador, quiso concentrar en el nuevo sitio lo referente a investigaciones de la región, justamente yo acepté y colaboré en ese traslado. –
-¿TENÍAS DIFICULTADES PARA CONJUGAR EL EJERCICIO ADMINISTRATIVO CON LA CREACIÓN LITERARIA?
--No. Es lo mismo ahora cuando debo conjugar la parte administrativa de la casa, resolver los problemas domésticos, el mercado, estar pendiente de la cocina, la poda de los árboles en el jardín y los patios, que el mango tiene comején, que el timbre se dañó, esas cosas las combino con la literatura, y es que todo se puede hacer. ¿Tú sabes lo que decía Amira de la Rosa?: "Una mujer cabal debe saber lavar, planchar, cocinar, asear la casa, y ¡escribir!". ¿Que tal?
--Y LEER --agrego yo, para conciliar mis ideas con esta lectora infatigable que dedicó gran parte de su vida a instruir en la lectura a sus innumerables discípulos que pasaron por la Biblioteca Departamental, esa vieja edificación que acaba de ser remodelada y hoy se honra con su nombre. De esas lecturas se nutrió para alcanzar su propia voz, como ya lo dijo antes, por eso es pertinente conocer cuáles son sus poetas preferidos.
--Bécquer y Neruda, entre los extranjeros, me dice con seguridad, agregando: Aurelio Arturo y Raúl Gómez Jattin, entre los de aquí. Y Cervantes. No se me escapa el nombre de Miguel Iriarte en la nueva generación.
--¿ENTRE LAS MUJERES QUE ESTÁN HACIENDO POESÍA EN ESTE PAÍS A CUÁLES VES CON PROYECCIÓN?
--Hay hombres y mujeres, no vamos a discriminar sexo, entre los jóvenes, haciendo poesía con un marcado acento de cotidianidad. Se habla en ella de las cosas menores en la vida, parece que se prescindiera del uso de las palabras hermosas y se buscara la inclusión de voces que no tienen nada de poesía, nada de eufonía, nada que exalte el idioma. He ido en tres ocasiones al encuentro de mujeres de Roldanillo, mujeres poetas como les gusta llamarse a ellas, a mí no, me parece que eso de "la poeta" es consecuencia de un sentimiento de poco aprecio, si tenemos el femenino de poeta que es poetisa y es una palabra más linda, ¿por qué vamos a negarnos el lujo de llamarnos como somos, "poetisas"? Es un problema que no vale la pena discutir. En Roldanillo, a los encuentros de julio van más de cien mujeres jóvenes que están haciendo poesía y, ciertamente, no te voy a decir que todas son buenas, pero hay un buen porcentaje que vale la pena estimular, eso es lo que está haciendo Águeda Pizarro con su marido el maestro Omar Rayo que ha tomado esto con tanta seriedad como cuando pinta sus maravillosos cuadros geométricos.
--A PROPÓSITO DE PINTORES, ¿CÓMO VES EL PANORAMA DE LA PINTURA COSTEÑA?
-No solo de la pintura costeña, el de la pintura universal, es tétrico. Ya no se habla de Salón de Pintura, se dice ahora de manera un poco ostentosa Salón de Arte para que puedan tener cabida las barbaridades que hacen algunos. Eso que premiaron el año pasado en el Salón Nacional de Artistas en Bogotá --lo vi en El Tiempo-- consta de un cuadro en el que se aprecian unos médicos inclinados sobre una camilla, tal vez operando a alguien (manes de Rembrandt) y, en el piso, inmediatamente debajo del cuadro, hay una pirámide de chitos, de esos que comen los niños. Eso fue el primer premio. ¡No hay derecho! Nadie pretende que hoy se pinte como en el cuatroccento o como en el Renacimiento grande o en el Impresionismo, pero que haya algo, que la fuerza del pintor se exprese, ¡por Dios! En Bogotá vive Angel Loochkartt, ¡un maestro expresionista! Me cuentan que Ángel no tiene dónde exhibir su obra, hoy las galerías son prohibitivas. Estas cosas como el conceptualismo, que aún en Colombia las consideran novísimas, están caducas, ¡ya pasaron! ¿Cómo es que todavía están premiando un inodoro con un feto dentro? ¿Cómo es que, a las puertas del año 2000, dejamos que nos sorprendan o, como dicen los franceses, nos estén "epatando" todavía con esas barbaridades? Yo no creo que eso sea arte aunque sean premios en Venecia, en Roma o en París. En cierta forma es una tomadura del pelo.
Siento que está conversación ha llegado a su final. Son casi las seis de la tarde y ya no quedan vestigios de la fuerte lluvia que ha caído. Ella no demuestra el menor signo de cansancio. Siempre jovial, maneja un estupendo sentido del humor que sus allegados disfrutan a plenitud, tanto sus gracejos a flor de labios como los cáusticos comentarios acerca de los hechos que afectan la serenidad de su semblante, generalmente apasible, muy tranquilo. Siento que esta conversación ha llegado a su final. Quiero saber si Barranquilla ha reconocido el alto lustre que le ha agregado al nombre de la ciudad.
--Yo pienso que pocas personas han tenido la suerte de la que yo he gozado. He tenido el cariño, el afecto de mis amigos, que son muchos, y cuando se me hace esta pregunta contesto que sí, que Barranquilla me ha pagado con creces lo poco que yo haya podido hacer en bien de su nombre. En una carta que me envió Juana de Ibarbourou, la gran poetisa uruguaya, escribió: "un gran pensador francés ha dicho que la amistad es la perfección del amor" ¿Sabes? Creo que es así, porque el amor tiene algo de egoísmo, no quieres que te miren siquiera al ser amado. La amistad no, la amistad permite más holgura en ese entrelazamiento que va de una persona a otra.
--¿QUÉ LE QUEDA A MEIRA POR HACER?
--Escribir, seguir escribiendo hasta que llegue la hora en que el silencio sea mi compañero, pero por lo pronto seguir escribiendo, amar a los míos como los amo, cuidar a mi hermana que, como tú ves, necesita de mis cuidados, y seguir soñando.
--¿HAY ALGUN SUEÑO QUE NO SE TE CUMPLIÓ?
--Sí, muchos, cantidades de sueños que no se cumplieron. En ese programa "Un tinto con lo escritores" que te mencioné antes, resulta que me preguntaron muchas cosas y alguien, un muchacho, con mucho acierto, dijo: "En su poesía se ve que hay un amor que no pudo ser, un amor incumplido que le ha marcado toda su obra", y le respondí: "Sí, es muy visible en mi poesía esa verdad del amor imposible, que no pudo ser". Entonces me dijo: "Y, ¿usted no piensa que hubiera sido maravilloso?" Le dije: "Bueno, creo que no habría sido malo que se hubiera realizado". Los asistentes soltaron una sola carcajada. Después Ariel Castillo le dijo a Campo Elías Romero: "Oye, no sabía que Meira tenía tanto humor, creía que ella era de otro talante".
--¿ESTA CIUDAD QUE HA RECIBIDO TANTO DE MEIRA DELMAR ¿QUÉ SERÁ DE ELLA SIN SU VOZ?
--Pues mira, es triste decirlo, Álvaro, pero nadie es irremplazable. Nadie. Ya habrá otras Meira Delmar que vengan después de mí.
Al salir, una ráfaga de brisa fresca y húmeda me retorna a la realidad, un guardia de seguridad privada está apostado en su lugar al frente de la casa, tras saltar algunos charcos intento guarecerme en la acera contraria mientras recuerdo su poema "Verde mar": Aquí la voz, la canción. / El corazón a lo lejos, /donde tus pasos resuenan / por las orillas del puerto./ De tanto quererte, mar, / ausente me estás doliendo / casi hasta hacerme llorar /...22 de Abril de 1998
[1] Javier Arango Ferrer: Médico oftalmólogo, Secretario de Educación dptal, basta cultura, gran erudición. Dejó construidas dos escuelas en S/ Larga, una de las cuales lleva su nombre. Creó la casa del maestro al lado del colegio Biffi con el fin de preparar mejor al maestro donde los profesores pudieran acceder a charlas y conferencias. Abandonó su profesión y fue diplomático en Argentina, México y Rusia, de donde regresaba cada año. El tomo XIX de la Historia Extensa de Colombia fue escrito por él.

RELATO: Un runrún por las hojas de hierba de Whitman

Por Juan Gutiérrez Magallanes
(Asociación de Escritores de la Costa//Taller Yngermina/ RENATA
)

José, siempre había sido un hombre que conocía las emociones de los animales por los movimientos de los músculos del lomo de éstos, su sensibilidad por la naturaleza lo hacía imitador del ruido de las hojas del matarratón, cuando éste comenzaba a florecer, podía identificar los pájaros por su trino , por esto no era extraño ver a José , cuando aprendió a escribir, trazando en hojas sueltas sus pensamientos y emociones; se fue formando una aureola de niño poeta, en todas las reuniones familiares declamaba las aventuras y juegos que ocurrían en el pueblo, además de las acciones de los animales y bondades de las plantas que conocía. Así fue el mundo que se creó José, y pudo caminar por toda la nación y entrar a varias universidades, sin llegar a cambiar sus aficiones ni sus amores por la naturaleza. Cuando se estableció en la ciudad Iguanada, formada por una parte colonial y otra por los extramuros, le cantó a esta última parte, resaltando la desidia y el abandono a que era sometido este sector, por los gobernantes y por la indiferencia de sus habitantes, sin llegar a olvidar la nostalgia por su provincia materna, siempre llevaba en su mochila los últimos veinte libros que había escrito, con éstos, montaba en cualquier rincón un escenario, lo importante era el silencio para las palabras de la naturaleza, él decía que a la naturaleza, le gustaba poderse escuchar y sentir su aroma.
José pertenecía a la región colombiana, donde los hombres nunca pierden su oración dialectal ni sus costumbres parroquiales, llevan acuesta un canto por su alimentación y una profunda nostalgia por el olor a la naturaleza. Las múltiples universidades por donde había estado, jamás pudieron borrar sus añoranzas por los amaneceres de sus montes. José era un cabalgante de las oraciones del “alegría de Leer”.
En lo más interno de su corazón, él sentía un runrún, por el país de origen del poeta estadounidense, Whitman(1819-1892), quería experimentar, a ver si era posible, en aquel país de alta tecnología, el olor de las “hojas de hierba” del poema de Walt, que habían sintetizado a partir de la emoción que sintió el poeta al escribir aquel poema. Aquellos hombres de ciencias, podían recoger la energía de la emoción que quedaba en el ambiente y llegar a materializar los seres descrito en una oración, y más cuando se trataba de la poesía.
José, después de setenta años de existencia, se le presentó la oportunidad de cumplir su sueño a acabar con el runrún de su corazón. Llegó a Estados Unidos, a una ciudad limpia, como las axilas del niño Dios y solitaria como la iglesia en día particular, de inmediato se asombró, porque al caminar una cuadra se perdían los saludos y los piropos a los cuales estaba acostumbrado, y si encontraba a alguien, no podía hablarle porque había que respetar la libertad del otro. Miró hacia una tienda inmensa donde vendían porciones de frutas, se alegró, pero esta alegría se congeló, cuando preguntó por el valor, éste era inalcanzable, comparó con el que tenían en su pueblo y sintió un apretón en su corazón: “Cuánto añoraba a su provincia” “Cuán rico era su pueblo”. Ya no se sentía tan deslumbrado por las carreteras lisas y sin huecos. Al día siguiente, lo llevaron a Walt Disney para mostrarle uno de los parques naturales del África, José a primer instante se mostró deslumbrado, pero al acercarse a los animales observó que no eran naturales, aquello lo apreció al mirar el lomo de los animales, sus músculos no mostraban la tonicidad característica de lo acostumbrado a mirar en los de su caserío, además la jirafa, que tanto lo impresionó, consumía las hojas de una planta que no se agotaba, y el resoplido de ésta no tenía el olor propio de los animales que digieren la hierba, aquellos animales exhalaban un vaho igual al muñeco plástico del circo que mostraban en el pueblo de La Y. Nada era natural, salvo los gallinazos que consumía carroña plástica que transformaban en material reciclable. En aquellos gallinazos había algo especial, eran animales clonados con jugos gástricos especiales. Volvió José a sentirse muy extraño en aquel ecosistema, que no era el acostumbrado por él. Cuestionaba a su compañero aculturado en aquel medio y las respuestas eran de elogios a la tecnología del mundo de los gringos, lo que acrecentaba más la nostalgia de José, la cual sólo calmaba escribiendo en la soledad de su habitación. Durante el mes de su estadía en aquel mundo de extremada limpieza escribió cuarenta poemas de nostalgia dedicados a la grandeza de su pueblo en los Montes de María
juanvgutierrezm@yahoo.es