domingo, febrero 08, 2009

Relato:

Juan el Bautista
Por Margarita Vélez Verbel
(Asociación de Escritores de la Costa/ Taller Yngermina/RENATA)


Que no era digno de calzar la sandalia del que vendría después de él, decía Juan el Bautista mientras se deslenguaba en contra de la madre de Salomé por todas las calles de su provincia. Ramera, le gritaba ante la multitud cada vez que la mujer atravesaba las plazas públicas porque se había tirado a algún soldadito de su marido, un general de cinco coronas.
Ramera, le gritaba cada vez que podía, alborozado, exaltado, como un loco y en una especie de éxtasis místico. Era el mismo Juan que recitaba el Antiguo Testamento y los Salmos del rey Salomón, el lujurioso Salomón que se había follado a unas dos mil mujeres, la mayoría niñas que apenas llegaban a los doce años, que eran llevadas a la fuerza por sus padres como premios para el ungido de Dios, el sabio que las accedía y luego las sacaba del lecho como quien se limpia con una servilleta, pequeñas que temblaban de temor ante el inminente dolor de entregarse a un hombre que sucumbía ante paso del tiempo, lleno de cicatrices y fealdad.
Nada de innoble observaba Juan en el gran sabio, como tampoco en Abraham, que se comía y preñaba a Sara al igual que a Aghar en la misma tienda. Por ellos, como por el resto de profetas violadores y abusadores de mujeres y niñas, nunca salía a desgañitarse en las calles de Jericó. Tampoco recibió mensaje alguno de su dios altísimo que le indicara que había en tan altos escogidos alguna afrenta, alguna tacha que le ofendiera. Pero ante esta mujer era distinto: era una ramera porque disfrutaba de su cuerpo en abundancia y se gozaba con su vigor de hembra y se extasiaba con uno que otro soldadito de su marido, cogidos alguna vez en posición de firme.
Juan, Juan el deslenguado. Juan el afrentoso, el que veía la viga en el ojo ajeno pero no la viga en el ojo del judaísmo.
Nunca hubo una cabeza más justamente cortada.

2 comentarios:

Guillermo dijo...

¿Que libro de historia dice esto?: ("niñas que apenas llegaban a los doce años, que eran llevadas a la fuerza por sus padres como premios para el ungido de Dios, el sabio que las accedía y luego las sacaba del lecho como quien se limpia con una servilleta, pequeñas que temblaban de temor ante el inminente dolor de entregarse a un hombre que sucumbía ante paso del tiempo, lleno de cicatrices y fealdad"). O usted tiene algún milenio de vida y lo vio con sus ojos.
De todas formas aunque lo que se imagine pudiese ser cierto, usted si quiere corregir algo del presente habla de lo que sucede hoy en primera plana porque es lo que se puede cambiar; no así el pasado.
No se contradijo Juan quien practicó lo que anunciaba. Al hablar de los pecados del presente Juan condenaba con ello también los del pasado. No se pone como ejemplo lo malo del pasado cuando se quiere corregir lo actual. Usted piensa diferente a Juan pero es intolerante con su vida; el pensaba diferente a usted pero su religión, la de Jesús, enseña a amar al enemigo, no a sus pecados. Es una religión tolerante y ecológica; respeta la vida y propone amar en su completa dimensión, (no en una versión parcial viciosa y enfermiza como ha sido diseminada por el mundo) a pesar de quienes no la toleran; o siendo afines, (incluso integrantes) no la cumplen o traicionan.
Por las dudas si usted pretende ver el lado femenino en esto; el feminismo no fue hecho para hacer la vista al costado de forma farisaica en contra de lo que se predica, como sucedía en esas épocas (y también ahora). Y con esto también le digo que hay muchas mujeres Católicas; Cristianas; y Judías que tienen derecho a serlo. Juan visualizaba, señalaba y condenaba los pecados del presente y con ello también los de pasado; o usted pretende que seamos totalmente ciegos, dejando una viga para cada ojo.

Guillermo dijo...
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